Es lamentable como me veo obligado a escribir sin acentos ortograficos. Es un precio leve y doloroso a la vez, un peaje clavado en el respeto al lenguaje de los antepasados. Pero el lenguaje, como tantas otras pautas de organización, es el fruto de un impulso hacia adelante. El lenguaje vivo es el de los seres vivos. Viven aquellos que sobreviven. Sencillamente, el lenguaje globalizado llega a todo el planeta pero está absolutamente calvo de acentos gráficos.
El día 24 de febrero del 2005 no fue un dia especial ni mucho menos. Reconozco que experimenté la presencia de las nuevas ideas como si fuese testigo de un advenimiento. El futuro estaba más o menos claro, pero entre la pauta de orden absolutamente limpia y ese punto del calendario aún se interponía todo un conglomerado de subciclos autónomos de organización de soporte. El milagro de la autonomía. Entre el suelo y el mundo de las ideas, el eco de la primera expansión tendió un puente. Un soporte burdo y excesivamente condicionado a su viabilidad, pero viable. Precariamente funcional, pero coherente en ese momento. La única solución viable aceleró el ensayo error como un procesador recalentado apura hasta su tolerancia fisica el algoritmo que acota un resultado matemático por aproximación. Es como tejer un vestido a la Muerte, un vestido ajustado que delate su nombre y la ubique en el inmenso puzzle. Creo que fue la primera vez que tomé conciencia de lo que significaba una percepción mixta.